Historias de mujeres de cooperativa: el papel relevante de la mujer en el proyecto cooperativo de Oleoestepa

Oleoestepa es un proyecto cooperativo en el que no sobra nadie. Todas las personas que forman la cadena de valor del aceite de oliva virgen extra en Oleoestepa son cruciales para lograr el éxito de todos. La reciente incorporación de la mujer en esta cadena de valor ha sido un factor clave para lograr el reconocimiento de Oleoestepa como el productor líder del aceite de oliva virgen extra de alta calidad.

Iniciamos una serie, Mujeres de Cooperativa, con la que queremos visibilizar la presencia relevante de las mujeres en Oleoestepa y valorizar su aportación clave a este proyecto cooperativo.

 

Inmaculada García Haro

Administrativa de la cooperativa asociada Olivarera San Isidro de Gilena (Sevilla)

 

 

Inmaculada García Haro es trabajadora de la cooperativa asociada Olivarera San Isidro de Gilena (Sevilla).

Desde hace 20 años trabaja en el área de administración de la cooperativa, incorporando durante su trayectoria la gestión del almacén, gasoil y todo lo relacionado con la compra y venta de los productos fitosanitarios.

Reconoce que el papel tradicional de la mujer en la cooperativa se limitaba a la tarea de clasificado de la aceituna y limpieza de las instalaciones, y que por ello tuvo que pagar el precio por ser una mujer pionera en nuevas áreas laborales netamente masculinas hasta el momento. “Fui la primera mujer en trabajar en las oficinas de la cooperativa, y no fue nada fácil. Todos los trabajadores y socios eran hombres, y se asombraban cuando se encontraban a una mujer trabajando en la administración de una cooperativa”.

Pero afortunadamente también ha podido comprobar en estos años que la situación ha cambiado radicalmente y que, “aunque aún queda mucho camino por recorrer, ya es significativo la presencia de mujeres en esta cooperativa”. También destaca el aumento de socias agricultoras que dan el paso a la gestión “sin depender de sus maridos para llevar el campo”.

Aunque la situación va mejorando, reclama una mayor participación de la mujer en los órganos de representación y poder de las cooperativas, apuntando que “cuantas más mujeres haya en el Consejo Rector de una cooperativa seguro que ésta irá mejor”.

 

Sophie Girona

Socia Agricultora de la cooperativa asociada San José de Lora de Estepa (Sevilla)

 

Sophie Girona es socia agricultora de la cooperativa asociada San José de Lora de Estepa (Sevilla).

Hace 7 años decidió darle un giro drástico a su vida, cambiando su cosmopolita vida en Paris por una tranquila vida en Lora de Estepa, un pequeño pueblo de la comarca de Estepa, junto a su pareja con antepasados en este municipio.  Aquí tomó consciencia del valor de una agricultura sostenible y la protección del entorno natural de la comarca. Actualmente dirige y cuida una finca de olivar ecológico.

Desde que tomó las riendas de la explotación olivarera asiste regularmente a las asambleas de la cooperativa, y aunque aún no hay un equilibrio total, afirma que “sí ha habido un notorio aumento en la asistencia de mujeres a la asamblea, el lugar donde se toman las decisiones importantes, y una mayor participación”.

En su día a día, echa en falta la existencia de más posibilidades de formación para mujeres agrícolas, que aporten la seguridad necesaria para dar el gran paso hacia la gestión del olivar. Para ella, no contar con formaciones específicas o con recursos para formarse y aprender le ha supuesto un hándicap en su inmersión en el ámbito rural.

Como “mujer de acción”, prefiere las labores de campo a las administrativas. La tecnificación de la maquinaria usada en el campo hace que sean más livianas y ergonómicas, permitiendo así su uso por parte de la mujer, por lo que añade que “estas herramientas menos pesadas son fundamentales para facilitarme las tareas diarias en el olivar”.

En este proceso de inmersión en el mundo del olivar destaca la aportación de valor de los técnicos de la cooperativa. Su asesoramiento permanente en las técnicas agrarias adecuadas para su explotación ecológica ha sido clave para llevarla a buen fin, señalando que “sin el apoyo e información de los peritos de la cooperativa mi proyecto de olivar ecológico no hubiera sido posible, por lo que les estaré eternamente agradecida”.

Antes de despedirse quiere enviar un mensaje de esperanza a los jóvenes, chicos y chicas, animándoles a que formen parte de este proyecto cooperativo, e instándoles a que se formen y participen en los distintos espacios donde tiene lugar el proceso productivo del aceite de oliva virgen extra. “En definitiva, sin su participación este proyecto cooperativo y por extensión, esta comarca dedicada principalmente al cultivo de olivar, no tiene futuro” culmina Sophie.

 

Lola Nogales

Maestra de la Almazara de la cooperativa asociada Olivarera San Isidro de Gilena (Sevilla)

 

Lola Nogales, maestra de la almazara de la cooperativa asociada Olivarera San Isidro de Gilena (Sevilla) es un ejemplo de la incorporación de la mujer en roles estratégicos en el proceso productivo del aceite de oliva virgen extra.

A pesar del poco tiempo que lleva ejerciendo esta labor, ha comprobado que la tecnología es su gran aliada, por lo que tiene muy claro que el futuro de las almazaras asociadas pasa necesariamente por una modernización continua de instalaciones y maquinarias.

Se siente muy agradecida por el equipo humano con el que trabaja, y en ningún momento se ha visto afectada por el hecho de ser mujer en un entorno mayoritariamente masculino. “Siempre encuentro una disposición a la colaboración entre mis compañeros, siendo inmejorable la acogida recibida “.

Considera que la mujer está cada vez más representada en el mundo de la agricultura y ya no solo están presentes en la administración o en el clasificado, también en el “campo de batalla”, en el proceso extractivo del aceite de oliva virgen extra.

Lola quiere finalizar esta entrevista animando a todos a “enamorarse del aceite de oliva virgen extra”, a profundizar en su cultura, tanto niños como adultos. “Independientemente de cualquier factor, edad, sexo o raza, todos los que vivimos en torno a este proyecto cooperativo debemos interesarnos más por el mundo del olivar y, por supuesto, animar a nuestro entorno a descubrirlo. Seguro que les encantará”.

 

Rosa García Reina

Técnico API de la cooperativa asociada Sor Ángela de la Cruz (Sevilla)

 

Rosa García Reina, técnico API de la cooperativa asociada Olivarera Sor Ángela de la Cruz en Estepa.

A pesar de su juventud son casi 15 años los que ya posee como experiencia en la labor de asesoría agrícola a los olivareros asociados, colaborando en la modernización del tejido agrícola “para lograr un cultivo más sostenible y eficiente, pero siempre buscando la máxima calidad” apunta Rosa. Tuvo la suerte de finalizar sus estudios de Ingeniería Agrícola justo en el momento en el que se inició la implantación del certificado sostenible de Producción Integrada, siendo necesario para ello la incorporación de técnicos en las cooperativas asociadas.

Rosa nos cuenta como en estos años ha vivido muchos cambios, especialmente en la forma de trabajar, debido a los avances tecnológicos. “Cuando inicié mi vida laboral no existía la digitalización de hoy en día, sabíamos lo que se hacía en el campo y el agricultor estaba asesorado por los técnicos, pero hoy en día, en la era de la digitalización, todo se conoce de forma más precisa, de todo tenemos más datos”.  A este respecto destaca la utilización de imágenes satélite en la nube como ayuda a la hora de hacer predicciones y concretar el uso de recursos más eficientes.

También resalta la ayuda que ha supuesto la tecnología en la gestión documental de la implantación de las técnicas agrarias y productivas sostenibles que exige el sello de Producción Integrada. “Toda acción debe quedar plasmada en el cuaderno de trabajo de cada explotación por lo que las nuevas herramientas informáticas son nuestros aliados, ya que nos ayudan a reducir el trabajo de seguimiento y control” apunta Rosa.

Su responsabilidad comienza en la supervisión de la actividad agrícola de los olivareros asociados, controlando las plagas, las enfermedades o cualquier problema que ocurra en el olivar. En su comunicación permanente con el agricultor se le asesora en cuanto al momento óptimo y el tratamiento a realizar sobre el cultivo, permitido por el riguroso protocolo del sello de Producción Integrada.

Rosa nos confiesa que la principal dificultad en su labor de asesoramiento se encuentra en conjugar la rentabilidad del agricultor con la sostenibilidad medioambiental del campo y la seguridad alimentaria del consumidor. “El uso de productos fitosanitarios está muy restringido, siempre garantizando la sostenibilidad medioambiental y un aceite de máxima calidad y sin residuos químicos” reconoce Rosa.

A pesar de ser la única mujer en la cooperativa desde el inicio de su labor nunca se ha sentido minusvalorada. Rosa confiesa que “siempre he recibido el apoyo de mis compañeros y agricultores asociados, respetando mi asesoramiento y toma de decisiones”.

Actualmente no es la única mujer técnico agrícola encargada de la implantación de la Producción Integrada. Un ejemplo más de la incorporación de la mujer en el mundo cooperativo, también en el ámbito de la ingeniería agrícola, que viene a sumarse a otras labores administrativas, técnicas o industriales, ya realizadas por mujeres en las distintas cooperativas que componen Oleoestepa. No obstante, considera que aún es necesario seguir avanzando en la incorporación de la mujer en el mundo rural para lograr la igualdad real.

Mirando al futuro, Rosa recomienda a todos los jóvenes que le guste la agricultura y el entorno rural, que se formen y se esfuercen. “Hay muchas personas que no consideran interesante una profesión ligada al campo, pero creo que es por desconocimiento. Es sacrificado, pero también muy satisfactorio, ya que los frutos del esfuerzo son muy palpables” apunta Rosa.

Por último, resalta un cambio muy importante que también ha tenido la oportunidad de vivir en estos años: la progresiva profesionalización de los agricultores, muy ligada al cambio generacional. Y comenta que “hoy en día el campo se ve como una empresa, por lo que tiene que funcionar sí o sí, de ahí la necesidad de profesionalización”.

 

Inmaculada Rangel Fernández

Catadora del panel de Oleoestepa y administradora de su empresa familiar agrícola

 

Inmaculada Rangel Fernández, catadora del panel de Oleoestepa y administradora de su empresa familiar agrícola.

Su vinculación con la olivicultura viene de muy largo, de tradición familiar. Su estrecha vinculación con el mundo del olivar desde su infancia le ha supuesto un afán constante por saber más sobre el aceite de oliva virgen extra.

Con ese propósito inició su carrera como catadora en el panel de cata de Oleoestepa hace ahora más de 25 años. Todos estos años de experiencia catando zumos de aceituna le han servido para evidenciar que la calidad debe estar por encima de la cantidad. Y en su plano como agricultora, dirigir la explotación con ese fin: “obtener aceitunas sanas de manera sostenible y recogerlas en el momento óptimo” apunta Inmaculada.

Inmaculada nos explica que cuando comenzó existía una gran desigualdad entre el mundo urbano y el rural. No obstante, Inma afirma que “Aunque hoy en día siguen existiendo, las diferencias ya no son tan notables, gracias a la revalorización constante y profesionalización el mundo agrícola logrado entre todos y todas”.

En cuanto al papel de la mujer en este entorno rural corrobora que también ha crecido mucho su presencia en los últimos años, y defiende que “hay más mujeres tanto en las tareas agrícolas como en cargos de responsabilidad como el consejo rector de la cooperativa, de modo que se está consiguiendo una mejor representación de la mujer en el ámbito rural”. Afortunadamente en su trayectoria profesional como agricultora no encontró obstáculos para desempeñar sus tareas, pero aun así reconoce que la figura de la mujer se encontraba limitada en la cooperativa a tareas de oficina, “entonces el campo era cosa sólo de hombres” recuerda Inmaculada.

Anima a todos los jóvenes, tanto chicas como chicos, a desarrollar su vida en el mundo rural “porque hay futuro”. Inmaculada se llena de orgullo al hablar de su hija Irene, quién también ha decidido dedicarse a este sector y aunque ahora mismo está fuera, cogiendo experiencia y terminando sus estudios, está convencida de que volverá para seguir con la empresa familiar.

Inmaculada nos confiesa que cuando se apuntó al primer curso de catas que impartió Oleoestepa nunca pensó que “esto llegaría hasta aquí”. Y recuerda con ironía como en los primeros cursos de introducción a la cata había participantes que ante aceites atrojados defendía rotundamente que “este sí que es bueno”. Un ejemplo evidente de lo mucho que ha cambiado el sector del aceite de oliva en los últimos años a favor de calidad, ya que “el aceite que se reconocía como de buena calidad hace unos 20 años actualmente no hay lugar a dudas que se trata de un aceite con defectos”.

 

Virginia López Rodas

Administradora y Directora de la sección de crédito en la cooperativa Olivarera de Casariche (Sevilla).

Virginia López Rodas, administradora y directora de la sección de crédito en la cooperativa Olivarera de Casariche (Sevilla).

Virginia inició su actividad profesional en la cooperativa en el año 2006 cubriendo una baja de un compañero. Lo que comenzó siendo una tarea temporal se ha convertido en un trabajo de más de 15 años. Nos cuenta que sus inicios fueron duros, ya que era muy joven y no contaba con experiencia profesional previa, “había finalizado recientemente mis estudios universitarios de Empresariales por lo que no tenía ninguna experiencia laboral. Aunque reconoce que todos sus compañeros hicieron todo lo posible para ayudarla, ellos tampoco contaban con conocimientos sobre contabilidad, “por lo que con poca ayuda técnica contaba, pero sí con mucho apoyo”. Esa falta de experiencia la suplió con ganas y empeño por aprender logrando en poco tiempo gestionar óptimamente la contabilidad de la cooperativa.

Con el paso del tiempo sus responsabilidades fueron creciendo, de modo que cuando surgió la necesidad de implantar una directora de la sección de crédito de la cooperativa, el Consejo Rector confió esta tarea a Virginia.

Cuando empezó a trabajar en las oficinas de la cooperativa sus dos compañeros eran hombres y el órgano de gobierno de la cooperativa, el consejo rector, estaba formado íntegramente por hombres. En definitiva, era la única mujer en la parte de gestión de la cooperativa, hecho que también se daba en las asambleas donde asistían más de 100 socios y en la que ella seguía siendo la única mujer. “Al principio esta situación me intimidaba y me ponía muy nerviosa cuando tenía que exponer las cuentas, pero nunca recibí un mal comentario por el hecho de ser mujer, siempre se me reconoció mi profesionalidad” reconoce Virginia.

“Tuve que convencer a mujeres socias con las que tenía un contacto permanente en la cooperativa, encargada del trabajo diario de sus explotaciones olivareras, que era necesario que también asistieran al máximo gobierno de la cooperativa, la asamblea, porque su opinión es tan respetable como la de cualquier otro socio” recuerda con alegría, ya que con el paso del tiempo ha ido logrando una mayor participación de la mujer, “en la última asamblea que se celebró entre un 15 y 20% de los asistentes fueron mujeres”.

En la parte de administración, Virginia considera que la mujer siempre ha estado bien representada, aunque esto no ha ocurrido en todas las áreas de la cooperativa. Aunque como todo, con el paso de los años, afortunadamente ha ido cambiando, siendo más presente la mujer en todas las áreas de la cooperativa.

A pesar de haber comenzado a trabajar rodeada de hombres, reconoce que ella siempre se ha sentido apoyada y ayudada por todos sus compañeros, convencida de que trabajar con hombres nunca le ha supuesto dificultades sino más bien lo contrario, siempre le han intentado ayudar, especialmente en asuntos como la conciliación familiar.

En cuanto al futuro, tiene muy claro que el desarrollo de la cooperativa está ligada a la contratación de personal muy formado, especialista en cada una de las áreas de trabajo. De ahí que recomiende a la juventud que se forme adecuadamente, que tenga ilusión y ganas por hacer crecer la cooperativa, porque “contribuirá positivamente en la economía de todos los que vivimos en Casariche”.

 

Miriam Pradas Luque

Maestra de Almazara de la Cooperativa Agrícola de El Rubio (Sevilla).

Miriam Pradas Luque, maestra de almazara de la cooperativa Agrícola de El Rubio.

Previamente a su incorporación a la cooperativa, los primeros años de actividad profesional los desarrolló en el campo realizando la recolección de las aceitunas. “Esta experiencia me sirvió para comprobar lo duro que es el campo y valorar los esfuerzos que se necesitan para conseguir el aceite de oliva” comenta Miriam.

Sus inicios en la cooperativa fueron en la zona de clasificado en la sección de aderezo, pero a los dos años le ofrecieron la oportunidad de incorporarse al equipo de maestros de almazara y no aceptó el reto manteniéndolo hasta la actualidad.

Aunque confiesa que “como se aprende es trabajando”, es consciente de la importancia de la formación teórica para estar al día de los últimos avances técnicos, de ahí que esté atenta a la oferta de jornadas y seminarios talleres presenciales y online, valorando muy positivamente los cursos formativos que periódicamente organiza Oleoestepa. No obstante, también reconoce que se aprende mucho preguntando a sus compañeros de profesión. Miriam reconoce que “Escuchar atentamente a compañeros de nuestro equipo o de otras almazaras me ha servido de mucho en estos años”.

Nos cuenta que sus comienzos fueron muy duros. Recuerda ir siempre acompañada con un cuaderno cogiendo apuntes y buscando todas las dudas que le surgían en internet para aprender y poder realizar su trabajo correctamente. “Pero poco a poco fui aprendiendo y cada vez el estrés y la tensión es menor, y mayores las ganas de volver al día siguiente” comenta optimista Miriam. Asimismo, reconoce y agradece el apoyo inestimable de su compañero Jesús en todo este tiempo, y que en ningún momento se ha sentido minusvalorada por ser mujer. De hecho, en todo momento han tenido en cuenta su situación familiar permitiéndole una fácil conciliación laboral y personal.

Para finalizar recomienda a todos los niños y las niñas, a las nuevas generaciones, que se dediquen a la agricultura, que aunque “a veces parece que dedicarse a la agricultura es de perdedores, para trabajar en el campo también hay que valer y nunca se deja de aprender”.

 

María del Mar Matas García

Responsable del área de recepción de la cooperativa asociada Agrícola de El Rubio (Sevilla).

María del Mar Matas García, responsable del área de recepción de la cooperativa asociada Agrícola de El Rubio, Sevilla.

Aunque son ya 13 años los que lleva ligada profesionalmente a la cooperativa asociada de El Rubio, su vinculación con el olivar va mucho más atrás, realizando tareas de recolección de aceitunas de forma simultánea al desarrollo de sus estudios.

Su experiencia en el área de recepción de esta cooperativa asociada se inició con la realización de muestreos de aceitunas en las descargas y labores de limpieza. “Al principio me chocó la gran importancia que le daban a la limpieza, pero pronto me di cuenta que es esencial para no afectar negativamente al aceite que se obtiene” recuerda María del Mar.

Aunque reconoce que, en aquel momento, aun no sabía mucho de todo lo relativo al aceite de oliva, estos años le han servido para adquirir conocimientos con la experiencia y por supuesto, asistiendo a cursos organizados por su propia cooperativa y por Oleoestepa.

Cuando se le pregunta por los principales cambios que ha vivido en este periodo, destaca la renovación constante de la maquinaria. “Hay personas nostálgicas de las formas de hacer las cosas en el pasado, en el sector del olivar es todo lo contrario, la tecnología es nuestra mejor aliada, nos facilita el trabajo haciéndolo más rápido y con menor esfuerzo, obteniendo la mejor calidad posible” reconoce María del Mar.

Aunque los inicios fueron duros, con comentarios machistas que infravaloraban su capacidad de manipular maquinaria pesada, no se achantó y pronto pudo demostrar con creces que una mujer es tan válida como un hombre. “Por suerte, cada vez hay más mujeres en las cooperativas y poco a poco este tipo de percepciones van disminuyendo” defiende María del Mar.

A las futuras generaciones les quiere enviar un mensaje de optimismo. “Me consta que el mundo de la agricultura y su industria son duros y sacrificados, pero es muy reconfortante trabajar en un proyecto cooperativo, todos y todas sumamos”.

Lidia Patricia Castillo Prados

Administradora de la cooperativa Agrícola de El Rubio (Sevilla).

Lidia Patricia Castillo Prados, administradora de la cooperativa Agrícola de El Rubio, Sevilla.

Tras la finalización de sus estudios en Finanzas y Contabilidad tuvo la suerte de realizar prácticas en la cooperativa de su pueblo, Agrícola El Rubio. Su ánimo y empeño desde el principio hicieron ganarse la confianza de la dirección en forma de un contrato temporal de 6 meses pero que ha perdurado hasta la actualidad, esto es, 6 años después.

En este periodo de tiempo nos confiesa que su situación en la cooperativa ha cambiado mucho desde que llegó. “En mis inicios era muy raro encontrar mujeres en la cooperativa y menos tan joven, y los agricultores no se atrevían a confiar en los consejos de una mujer joven” recuerda Lidia, y añade que “el que se atrevía a consultarme también lo hacía a algún compañero para cerciorarse”. No hay rencor en sus palabras y sí mucha comprensión, porque “entiendo que en aquel momento un agricultor le diera total credibilidad a la información de un recién llegado”. Este obstáculo se fue allanando con el tiempo y la relación cotidiana con los socios, “ya siento que mis consejos y recomendaciones son bien valorados, y además de confianza recibo agradecimiento y cariño” apunta satisfecha Lidia.

Aunque no tiene formación de perito o técnico API, le gusta estar al corriente de todas las novedades para poder asesorar de forma correcta a los agricultores que lo necesitan. Para ello admite que “aquí nunca se deja de aprender, hay que estar al día en todo lo que respecta al mundo agrícola y cooperativo, para poder dar respuesta a nuestros asociados”.

Recuerda en los años en los que era la única mujer de las oficinas de la cooperativa cómo echaba de menos poder contar con el apoyo de otra mujer. Aunque siempre se ha sentido muy arropada por sus compañeros admite que “en algunas ocasiones era duro vivir en un mundo de hombres. Afortunadamente eso quedó en el pasado y la realidad actual es otra, más igualitaria”.

No obstante, considera que el principal hándicap actual de la cooperativa se encuentra en la edad avanzado de los asociados. “Es necesario que los jóvenes se incorporen a la vida de la cooperativa, que tomen la iniciativa y participen en los órganos de gobierno de la cooperativa. Sería perfecto encontrar una fórmula en la que el dinamismo de la juventud se juntara con la sabiduría de los mayores” admite Lidia.

Para finalizar a la pregunta de qué aspecto le gusta más de su trabajo, responde con rotundidad que el trato con las personas. “Me siento muy realizada como profesional y persona cuando ayudo a solventar los problemas de los asociados e impulsar nuevos proyectos, y por supuesto, cuando me transmiten las experiencias de todas las personas que pasan por el despacho cada día” manifiesta agradecida Lidia.

Loli Pozo

Administrativa de la cooperativa asociada Olivarera de Pedrera (Sevilla).

Loli Pozo, Administrativa de la cooperativa asociada Olivarera de Pedrera (Sevilla).

Su vinculación profesional se inició hace ya más de 12 años, a través de un contrato temporal como apoyo a la gestión de la recepción de aceitunas durante la campaña en la almazara asociada.

Por entonces su tarea consistía en validar el peso de las distintas cargas de aceitunas de los socios entregándole un certificado a su finalización. Ya desde el principio le llamó la atención la complejidad del trabajo del jefe de patio encargado en dirigir cada remolque a la torva correspondiente dependiente del tipo de aceituna y su estado. “Rápidamente entendí la importancia de esta labor en la consecución de un virgen extra de alta calidad” manifiesta Loli.

Posteriormente, ante la marcha de un compañero del área de administración, surgió la oportunidad de ocupar ese puesto. Loli confiesa agradecida que “aunque tenía claro que el trabajo era más complicado y que implicaba más responsabilidad, no me lo pensé dos veces cuando recibí el ofrecimiento”.

No obstante, los comienzos no fueron nada fáciles. “Mirando atrás admito que me afectó mucho la poca credibilidad que transmitía a los socios, seguramente por el hecho de ser una mujer joven ajena al mundo de la cooperativa” recuerda Loli, “pero afortunadamente no tuve ninguna situación realmente difícil, de modo que con tesón y paciencia pronto me gané su confianza, ¡e incluso el cariño!”.

En todo este proceso de formación y adecuación a puesto considera muy positivo y enriquecedor su relación con sus compañeros. “Aunque era una mujer en un mundo de hombres, nunca me sentí diferente entre mis compañeros, todo fueron apoyos desde el primer día” manifiesta agradecida.

Loli recomienda a todas las mujeres jóvenes trabajar en el mundo cooperativo, sobre todo si les gusta, porque, aunque los comienzos son duros, merece la pena.

En el plano de vivencias, recuerda las pesadillas de los primeros días de cada inicio de campaña en las que las aceitunas se salían de las cintas y torvas, y el aceite se derramaba por toda la almazara. “Ya he podido conseguir mis miedos, ¡y no hay aceitunas en el suelo ni en mis sueños!” apunta alegremente Loli.

Isabel Molinero Moreno

Responsable del departamento de Contabilidad y Finanzas de Oleoestepa.

Isabel Molinero Moreno, responsable del departamento de Contabilidad y finanzas de Oleoestepa.

Su vinculación con el mundo del olivar viene de familia. Hija de socia, aunque fuera su padre el que se encargara de todo lo relacionado con el campo, desde pequeña tuvo claro que el trabajo en el campo es muy sufrido, pero también muy reconfortante, más aún cuando se forma parte de un proyecto cooperativo que sirve de motor socioeconómico para una comarca.

Tras un primer paso por el departamento de administración de una empresa de productos químicos, Isabel inició su relación profesional con Oleoestepa en 1993 en el departamento de contabilidad, siendo la única persona de este departamento. “En aquel momento se concedieron una serie de subvenciones a las cooperativas para una mayor profesionalización de los recursos humanos, aprovechando esta oportunidad Oleoestepa como sus cooperativas asociadas para ampliar sus plantillas en las áreas técnicas” recuerda Isabel.

Purificación Arteaga Martín

Técnica química del laboratorio de aceite de Oleoestepa.

 

Como antigua alumna universitaria de la rama de Química en ciencias, sus primeras palabras van dirigidas a intentar acabar con el mito de que las ciencias es un mundo de hombres. “Durante los cursos de la carrera de Química siempre tuve más compañeras que compañeros” explica Puri.

Tras la finalización de sus estudios superiores inició su andadura profesional en el recién creado laboratorio de Oleoestepa hace unos 20 años. “Desde el principio me sentí muy identificada e involucrada con el proyecto científico de la cooperativa Oleoestepa, por lo que me siento muy afortunada de haber podido contribuir a su desarrollo” nos confiesa orgullosa Puri.

Como química con una experiencia de más de 20 años, destaca las grandes diferencias en el tema instrumental y analítico desde sus inicios. “El hecho de ser un laboratorio acreditado por ENAC ha permitido contar siempre con la última tecnología disponible, siendo uno de los centros pioneros en todo lo relativo al análisis de aceites” explica Puri.

En cuanto a las cuestiones de género en el mundo de la empresa en general y de la ciencia en particular, Puri manifiesta no haber sentido diferencias de trato en cuanto al hecho de ser mujer, “somos un equipo en el que no importa el género a la hora de los derechos y las obligaciones; nunca he encontrado obstáculos o limitaciones al desarrollo de mi carrera profesional como científica en todos estos años”.

Más allá del área del laboratorio de Oleoestepa, donde la presencia de la mujer es muy mayoritaria, considera que aún hay espacio dentro de las cooperativas donde la mujer no ha logrado normalizar del todo su presencia, “principalmente en áreas donde se exige una mayor fuerza física o áreas de dirección en los consejos de las cooperativas asociadas”.

En relación a las jóvenes que actualmente se están formando para ser las científicas del futuro, le consta que el camino está plagado de dificultades, pero con determinación y perseverancia todo se puede conseguir. En entornos rurales y ligados a la agricultura esta complicación es mucho mayor, pero a cambio también es mayor la recompensa en forma de enriquecimiento continuo. En esta línea Puri transmite su agradecimiento a todos los que forman la gran familia de la cooperativa de Oleoestepa, por no dejar de aprender día tras día del sector oleícola y del mundo rural en general. “Sinceramente, puedo decir sin que suene grandilocuente que soy una afortunada en considerar todas las mañanas de estos 20 años que mi trabajo es el mejor”.

Subir