Carmen M.ª Rubio Linares
Técnico de en Contabilidad de la cooperativa asociada Agrícola La Roda (Sevilla).
Aunque sus inicios en la cooperativa fueron poco estables, “con un contrato temporal de prácticas recién acabada la carrera” apunta Carmen María, sus ganas por aprender y aportar para el desarrollo de la cooperativa han hecho que sean más de 12 años los que lleva realizando tareas de administración y contabilidad.
Este sector siempre le había llamado la atención ya que su infancia ha estado muy ligada al campo. “Son varias las generaciones en mi familia ligadas a la agricultura, por lo que sabemos lo que es trabajar la tierra” nos confiesa.
Echando la vista atrás destaca cómo la modernización e incorporación de la última tecnología en gestión ha facilitado enormemente las tareas en el área administrativa, permitiendo asimismo hacerlo con mayor rapidez. Si le sumamos también los continuos cambios en normativa “nos encontramos en un trabajo que obliga a estar siempre actualizados”.
A pesar de ser un sector mayoritariamente de hombres, más aún cuando comenzó, siempre se ha sentido una más, sin distinciones. “He aprendido y sigo aprendiendo de mis compañeros al igual que ellos de mí. En esta cooperativa somos un gran equipo” nos confiesa Carmen María.
Aunque cada vez ve a más mujeres al frente de explotaciones agrícolas, gerentes, pesaje de aceitunas, maestras de almazara, jefas de laboratorio, etc., considera que a las mujeres les queda mucho camino por recorrer en la gobernanza de las cooperativas. De hecho, nos cuenta que en la última Asamblea General de socios la presencia femenina fue del 5%. A pesar de esto, su visión es optimista esperando ver pronto una participación activa de las mujeres en las Asambleas y el Consejo Rector de la cooperativa” reseña esperanzada Carmen María.
A las nuevas generaciones les recomienda que no pierdan la ilusión y disfruten de este sector. Aunque desde fuera pueda parecer lo contrario, el mundo rural y cooperativo es muy dinámico y exige estar a la última. “Me consta que la juventud es impulsiva, pero hay que tener paciencia, y aprender de cada día, de hecho, cada campaña es un nuevo curso del que siempre se aprende algo” nos confiesa.
Desde pequeña estuvo muy ligada a la recolección del fruto, por lo que sabía perfectamente que pasaba desde que la aceituna germinaba y maduraba hasta que lo llevaban a la cooperativa. Pero lo verdaderamente asombroso para Carmen fue descubrir el siguiente paso, como entraba la aceituna en la almazara y acababa surgiendo el oro líquido.
Entre sus vivencias y experiencias personales destaca la impresión que tuvo (y sigue teniendo campaña tras campaña) con los primeros aromas que desprenden las cintas de transporte de aceitunas frescas recién recolectadas en la zona de descarga, “confluyen olores a hoja de higuera, tomate, hierba fresca, etc. Diferenciar todos los matices afrutados en una aceituna fue lo que más le sorprendió”.
Puedes ver todas las historias de mujeres de cooperativa: https://bit.ly/3fiXHVZ